De La Muerte

17.07.2019

¿La muerte es solo un hecho más?

Hoy me encuentro reflexionando sobre la muerte y su trascendencia. Celebramos los nacimientos como momentos de inicio y vida, pero la muerte, aunque inevitable, no es solo un fin; es un legado, un proceso de continuidad que también tiene su forma de vivir. Sabemos en parte que la vida es finita, pero en mi perspectiva, también tiene algo de infinita. Y no me refiero al cielo o al infierno, ni a la reencarnación ni a ningún tipo de creencia que se pueda tener al respecto, sino a la muerte del cuerpo, que en ningún caso incluye la memoria. No mueren los actos cometidos en vida, lo hecho, hecho está, y sigue viviendo en sus consecuencias. No mueren el cariño, ni el respeto, ni el odio que se pueda tener por quien muere.

Trascendemos, en varias aristas, ciertamente. En este mundo, mientras alguien viva, quien ha muerto seguirá viviendo. Tal vez haya casos de quienes terminen pereciendo algún día, pero es difícil quedar en el olvido.

Hay quienes, con mayor o menor esfuerzo, han quedado grabados en la historia. Hay otros que persisten genéticamente en la vida de alguien más, y otros que también viven en memoria, memoria cercana y cotidiana. Algunos sin nombre, pero viven. Quizá con el tiempo hemos dejado de preocuparnos por hacer trascender a nuestros ancestros, o tal vez siempre ha sido una preocupación solo de la élite.

Hoy quiero hacer un esfuerzo por entender y valorar la vida, junto con la trascendencia de la muerte. No quiero seguir siendo fría e inconsciente frente a esto; quiero tener una mirada más profunda y amigable con nuestros pares y familiares que trascenderán.

Entonces, morir será algo así como heredar la responsabilidad de trascender. Mientras yo vivo, soy responsable de mis actos y de hacer todo aquello para ser recordado. Pero una vez muerto, entrego el banderín para que mis seres queridos sean responsables de continuar con mi trascendencia.

En algunos casos del pasado, esto de continuar con la trascendencia era muy literal, como los trabajos de investigación, que en general eran la continuidad de un trabajo que alguien había dejado inconcluso, y eso dio paso a cuestiones mucho más grandes.

Cuando nos preocupamos por hacer trascender a nuestros seres queridos, le estamos agregando valor a lo que queremos preservar: al resultado, a las personas. Como quien comienza una colección de fotos genealógicas, que al principio no tiene mucho valor, pero cuando aumentan los retratos, va tomando cada vez más importancia. Podríamos decir entonces que tenemos más responsabilidad que nuestros antepasados, y que nuestros hijos y nietos tendrán aún más que nosotros.

Pero si no nos hacemos conscientes de esto, simplemente comenzaremos a matar a nuestra especie. Asumir la responsabilidad de hacer trascender a nuestros muertos será entonces el respeto hacia su obra en vida, será el honrar a nuestros muertos.

No solo se debe hablar de respeto, sino también de amor. Desde esta perspectiva, el dicho "hasta que la muerte los separe" se convierte en algo muy triste. No se deja de amar a alguien aunque la muerte se presente; en un acto de amor se debe recordar y hacer trascender a quien se ama.

Negarse a asumir esta responsabilidad es también negarse a sí mismo. Porque si nos enteramos de la muerte de alguien es porque algo tuvo que ver con nosotros, y por tanto, que sea parte de nuestra experiencia de vida es también nuestro deber hacerlo trascender.

Por Estefanía Hernández


© 2020 por Estefanía Hernández Martínez. Todos los derechos reservados.
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