El Ass Censo
Para la enorme familia haría una junta aparte solo para ellos. Eso lo sentenció rápidamente sin darle mucha vuelta, pues no quería admitir que le parecía mala idea reunir a los de su propia madera con los de naturaleza más fina. Por otro lado, el tío Lucho nunca le perdonaría si festejaba y no le hiciere partícipe, así que la jarana con ellos debía ir sí o sí. Para cerrar el tema de los contertulios resolvió, convenientemente, que el Jony vendría con la parentela, ¿cómo no?, si son como hermanos.
Para la fiesta principal con las amistades de la facultad, imaginó diferentes picadillos, pero en esencia lo que no podía faltar eran el cóctel de distintos quesos, y, sobre todo, la degustación de vinos. Entonces, animado a comprar por internet para conseguir todo a tiempo, recordó que su tarjeta estaba sobregirada. Comenzó a divagar si le pedía a la Sole, su pareja, que le prestara la suya. En seguida advirtió que, al hacerlo, tendría que reconocer que aún no cancelaba la cuota del dividendo de la parcela, estaba seguro de que ella no aceptaría lo del elegante cocaví si poseían pendientes.
Compungido y lleno de resignación, decidió renunciar a lo planificado para los estimados amigos de cátedra. -Para el otro año -se consoló, con la misma frase de la añada anterior.
-¿Y el otro cumpleaños?... ¡Chuta, tendrá que ser con la Sole y las niñitas no más! -se dijo a sí mismo.
Dos semanas después, va a visitar a su mamá quien era la festejada esta vez. No pensó que encontraría a todos los parientes reunidos. La tía Carmen preparó una torta de esas con manjar y mermelada de durazno que le encantaban cuando niño. El tío Lucho con guitarra en mano inventaba letras para avergonzar a quien se pusiere por delante.
Su progenitora colorada por las mistelas lo saludó entusiasmada con un fuerte abrazo y le deseó haber tenido una feliz vuelta al sol.
En eso, el que se las daba de músico empezó a interrogarlo -¿Por qué a nadie le llegó parte de tu celebración? -Pablo, contestó que no quería nada muy grande, así que había hecho una once entre los cuatro simplemente.
-¡Tan humilde que me salió! -saltó la matriarca a salvarlo de su consanguíneo que ya le salían las letrillas de los labios para molestarlo al son de su instrumento. La madre continuó- El único profesional del clan. Yo siempre supe que mi chiquillo, con estudios y esfuerzo, iba a salir a delante. ¡Esto es surgir en la vida! ¡De la escuela 12 a subgerente de producción de la cadena farmacéutica más grande de Chile!
Las palabras pronunciadas tan orgullosamente derruyeron al hijo ejemplar, pues estas livianamente describían la realidad del directivo. Todo el embrollo de su aniversario le había hecho comprender que la pobreza anidaba escondida entre sus deudas, y que el ascenso social era solo un cuento del que los bancos sacaban provecho. Pero para qué replicarle esas ideas a quien lo crio si a ella le causaban tanta felicidad y satisfacción.
Así, en tanto pudo guardar en lo más recóndito de su inconsciente sus reflexiones, junto al secreto de su cumpleaños frustrado, respiró profundo, infló el pecho y sonrió como si nada le afligiere.
Por Estefanía Hernández