Cesta
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En medio de la muerte,
quizás completamente,
entre avemarías,
mi ser se desvanece.
Nadie viene a salvarme,
un constante castigo
que no perece.
Eres la atracción, Belcebú,
recorres mi piel,
susurras recuerdos.
La llama del útero
evoca
la fertilidad marchita,
y mi descendencia
ya no está.
Arrancaron mi espíritu,
me dejaron sola, perdida,
en laberintos eclesiásticos.
Con devoción incierta,
mi alma poco devota,
me pregunto quién es responsable,
¿también eres tú la causa, Belcebú?