En Sobre Azul

Mario había sostenido su vida en la rutina hasta aquel encuentro. Una semana después en el mismo escritorio un sobre azul con su nombre le esperaba. Lo miró con detenimiento y comprendió que su futuro estaba ahora más cerca del abismo. Ansiaba que se tratase de un error.

Ojalá aquella misiva fuese para Antonio el que siempre llegaba atrasado, o quizá, para Isabel quien nunca concluía los informes a tiempo. La cuota de esperanza se apagó cuando al revisar el contenido leyó con claridad el motivo de la desvinculación; conductas inapropiadas e incongruentes con los valores de la empresa. Consciente de sus actos no tenía dudas de que se trataba de él.

Cruzó la sala con la mirada hasta interceptar la de Lina. A ella se le subió el rubor a los pómulos como si aún intimaran encima del pupitre, se armó de valor y le respondió con una sonrisa sugerente mientras le enseñaba a lo lejos su propia carta de despido. A carcajadas y en complicidad ambos se rieron.

Esa tarde, a diferencia de la última ocasión, ya no tenían nada que perder. Cuando se hubo retirado gran parte del personal se volvieron a encontrar, esta vez, repetidas veces en la oficina del jefe.

Años después en sobre azul enviaron los partes de matrimonio.

Por Estefanía Hernández