¡Hasta dónde llegan las cosas!

11.02.2020

Marzo 2011

¡No puedo más! Mi vida está al punto del colapso, no se que hacer con ella. Siento que desperdicié todo lo que tuve por algo que ahora también perdí. Se que aún me quedan cosas que hacer para recuperar ese algo, la verdad es que no se si es lo que quiero. Lo que no quiero es seguir sufriendo, quiero encontrarme conmigo misma y ver la luz, saber qué hacer con mi vida para ser un aporte en este mundo. Todo es tan confuso. Creo que lo que quiero, en el fondo, es que León me llame, sentir su amor y si no hay amor, aunque sea preocupación. Me doy pena ¿hasta dónde han llegado las cosas? ¡Qué horror! Amo a León, pero no puedo amarlo más que a mí misma, no debo hacerme más daño. Debo valorarme y actuar como lo hubiese hecho antes, no dejar que jamás nadie me pase a llevar. De verdad ahora quiero morir. Nunca lo había pensado tan enserio y quiero morir de verdad.


Hace 9 años atrás tenía las mismas penas que hoy me atormentan. Ayer mismo, lloraba y deseaba la muerte porque estando yo enferma no recibí ni una cuota de preocupación de quien es hoy mi pareja. Un día completo enferma del estómago, haciéndome cargo de los quehaceres del hogar y de mi hija a duras penas, reduciendo al mínimo mi esfuerzo. Pensé: ¡No hay nada malo en tomarme un día dadas mis condiciones de salud! Pero él no pensó lo mismo, llegó del trabajo (cansado imagino) y si bien, no dijo nada en un principio y pareció no molestarle, cuando se tuvo que hacer cargo de las labores que habitualmente hago yo ahí comenzó su mal humor. Recuerdo dijo: ¡Las ciruelas tienen hongos! ¡Los cepillos de dientes están en el suelo! ¡No me gusta que veas esa serie! Es cierto, yo debía hacer mermelada de ciruelas, pero lo había estado postergando producto de otras labores más urgente. Los cepillos los tomó mi hija en algún momento, dado que mi vigilancia sobre ella había sido escasa. Y bueno, la serie, no sabía qué hacer mientras estaba recostada por el malestar estomacal. Me siento completamente responsable de que esas tareas no estuvieran hechas, pero necesitaba en ese momento algo de comprensión, de cariño y atención. No fue agradable que me enrostraran aquello que no había hecho. En fin, discutimos, me levanté a hacer lo que no había hecho en el día, a pesar del mal estar y el dolor, hice todo y me acosté cuando ya no hubiera nada que pudiera reclamar. Pero lloré, y me sentí igual que hace 9 años. Es curioso, que habiendo pasado tanto tiempo, el sentimiento sea el mismo. ¿De dónde viene realmente ese dolor? El no sentirme amada ni comprendida, el sufrir por ello y desear morir. ¿Cómo es que en todo este tiempo no he resuelto eso que parece tan importante, valorarme a mí misma? A veces hay algo más profundo que nos clava el corazón, algo que no tiene que ver con las pequeñas circunstancias, algo que quizá esté alojado en lo profundo de nuestra memoria, algo que esperábamos de nuestros padres y que no llegó en el momento adecuado.

¡Ese algo es lo que voy a descubrir!

© 2020 por Estefanía Hernández Martínez. Todos los derechos reservados.
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