Memento

08.06.2023

Poco a poco,
los negros ojos se desaguaron tornándose marrón claro.
No fueron más intensos ni valientes.
El horizonte no acabó sino por alejarse.

Poco a poco,
la dentadura se acomodó a la línea perfecta.
Derrochó toda cuota de originalidad.
Se doblegó al juicio de la gente.

Poco a poco,
el cabello perdió suficiente determinación.
Dijo adiós a los espirales sostenidos.
Se marchitó volviéndose enclenque.

Poco a poco,
la ropa quedó acaudalada en colosales montañas .
Extraviada en el olvido del desierto universal.
Reemplazada por otras que cuentan menos historias. 

Por aquel entonces, la mirada era oscura y profunda
de desconocimientos absolutos y de curiosidades inmensas.
Había verdad en mi rostro,
           verdad en mis labios zigzagueantes,
                         en mis dientes indomables.

Una verdad que hacía ropas sucias sin pretextos ni pretensiones,
   una verdad ondulada que recorría relámpagos y destellaba rizos ante el flash.
      una verdad que no mostraba sonrisas aparentes, ni peinados extravagantes.
        una verdad pétrea que empezó a disiparse, como la fotografía deshecha en rasguños y desgastes.


Esa verdad
       se sumergió en la falsedad de la vida.
Esa verdad
        prefirió la comodidad de una pantalla.
Esa verdad
        fue consumida por años de rigidez.
Esa verdad
        hoy esculpe con destreza los músculos.
Esa verdad
        expone sus facciones debidamente al sonreír.
Esa verdad
        solo existe en este instante de papel


Esa verdad
         la dejas de mirar y se desvanece.

© 2020 por Estefanía Hernández Martínez. Todos los derechos reservados.
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