Museo de Puertas

Tras la primera un pasillo de puertas;

abiertas, cerradas, golpeadas, marcadas y resquebrajadas.

No son principio ni fin de lugar alguno,

sin voz rumian incontables historias de injusticias y abandono,

expelen olor a madera seca, sudor, orina y caliche.

Visten astillas, grietas, rasguños y pintura desgastada,

lucen rastros de juegos hambrientos y signos de ratones infantiles;

mientras unas ostentan con opulencia cerraduras oxidadas,

otras claman por extraviadas bisagras y manillas.

Esas puertas fueron testigos de reuniones clandestinas,

risas, huidas, llantos, escándalos, robos y portazos de ira.

Algunas fueron echadas abajo en busca de rebeldes;

otras, reemplazadas simplemente por una mejor.

Ahora, unas y otras yacen en el museo de puertas,

guardan secretos y cansancio, confabulaciones y desolación;

aún esconden bandidos y borrachos, asesinatos y violaciones.

exhuman el confín del salitre en medio de la pampa

y el ayer fértil las carcome como termitas.