La Flor de la Alpargata
Cómo hablar de una flor
habiendo tantas
pequeñas
grandes
escuálidas
detenidas
algunas intactas.
Trazos dulces
satinados
bordes ralos
impensados
el creador de tanto
varió a cada paso
el universo
se hace escaso
y en la oscuridad
sus fragancias
te guían
de retazo en retazo.
Si de aquella se trata
hay espinas presentes
otras veces no tanto
habita y llena
la cañada cubana
por ello
siempre acompañada.
No deslumbra
ni destaca en su manada
mas ¡ay! si hiciera falta
la vista
no sería de igual grandeza
porque aunque fina
imprescindible
late y vive
entre la majestuosa miscelánea.
En la minucia
terciopelo
paradójica
del cactus brota
anaranjada y suave
la flor de la Alpargata.
Al borde de encenderse
entre amarillos brotes
resplandece
los próximos estallidos prometen
mismo color y goce
aunque de vez en cuando
alguno carece de canto
y en ese verde capullo espinudo
queda atrapada
la que habría sido
la flor de la Alpargata.
