Ester, la enfermera
A Madrigal lo leo con facilidad; él es transparente. Pero Ester siempre parece esconder algo.
A Madrigal lo leo con facilidad; él es transparente. Pero Ester siempre parece esconder algo.
Madrigal Alashinchadas agoniza en una cama de hospital: murmura palabras inentendibles. Los artefactos también rechinan y tampoco dicen nada.
rilar el municipio fue poco
por si algo saliera de Malaca.
Beber la sangre desde mi muñeca
Recuerdo el día en que dejé de sentirme una víctima
Ese barco sobre gélidas aguas se hunde, se hunde.
Polifonía poética anclada a la estructura de Altazor de Vicente Huidobro, centrada en el cómo sería en tiempos contemporáneos el viaje en paracaídas propuesto por el autor del siglo anterior. Esta obra da cuenta del aterrizaje tras los múltiples cambios y los nuevos paradigmas sociopolíticos de la globalización.
Anhelan contenidas escapar respiraciones
Un viaje poético a través de los umbrales que permanecen en pie cuando todo lo demás ha desaparecido. Estas puertas, guardianes de historias, han presenciado amores, secretos, llantos y alegrías, siendo testigos silentes de la vida y la muerte. En su madera marcada por el tiempo, conservan las huellas de lo vivido, aunque nunca puedan revelar lo...
Alguien brincó con doble elegancia. Fantásticos giros hábiles, indiferentes jetés, kamikazes. Ligero mas nada ñurdo; oscilando por quebradas, ríos, saltos, trincheras. Último verdugo wushu. Yació zagal.
puedo sentir todo eclipsándose
¿Por qué hacia arriba me jalas y me jalas?
¿Por qué hacia arriba me jalas y me jalas?
Es una colección poética que explora la identidad y la pertenencia, a través de imágenes cotidianas, nostálgicas y disruptivas. Los sentimientos oscilan entre el arraigo y el desarraigo, reflejando la lucha interna que surge a partir de la conexión con la tierra natal.
En memoria a Teresa Willms Montt
En medio de la muerte,
quizás completamente,
entre avemarías,
mi ser se desvanece.
Nadie viene a salvarme,
un constante castigo
que no perece.
Me senté a comer y, al primer bocado, me atacaron las ideas. Entonces, tuve que ir por otro cubierto: ese que no sirve para comer, sino para alimentarse. Cuando terminé de escribir, la comida estaba fría y yo, satisfecha.
Nadie puede sostenerla
si se sostienen los sables
si se sostienen las armas
si se sostienen las banderas
incluso los estandartes
si se sostienen los ánimos
si se sostienen las miradas
si se sostienen los cuerpos
incluso los mutilados